Leyendo el libro “De la motivación a la acción” del autor Dr. Camilo Cruz, me encontré con una historia que aquí les comparto como introducción de este post:

Cuenta una leyenda que hubo una vez un ciudadano muy respetable de un pueblo quien fue incriminado en un grave crimen que por supuesto no había cometido. Desafortunadamente para este respetable ciudadano, el verdadero culpable era una persona sumamente influyente y además el juez del pueblo se encontraba implicado en el caso. 

Cuando llegó el juicio, el pueblo se mantenía a la espectativa de que iba a suceder con este ciudadano el cual todos sabían que era inocente. El juez procurando cubrirse en todos los detalles para evitar una revuelta le dice al acusado que debido a su respetable historial y reputación le iba a dar la oportunidad de que sea Dios quien decida, de manera que iba a meter dos papeles doblados dentro de una bolsa; uno de ellos con la palabra inocente y el otro con la palabra culpable, el acusado entonces debería cerrar sus ojos y sacar uno de los papeles y así se decidiría su suerte. 

El ciudadano comprendió que esto era una trampa y que porsupuesto ambos papeles tendrían escrita la palabra “culpable” por cuanto de cualquier manera sería condenado; pero, qué hacer para evitar esta injusticia?

Llegó el momento de sacar el papel y el pueblo entero enmudeció esperando a ver cual sería la decisión divina. El ciudadano acusado cerró sus ojos e hizo una larga pausa antes de sacar el papel incrementando con ello la anciedad del pueblo y del mismo juez quien ya quería dar por cerrado este caso. Segundos después el inocente ciudadano metió su mano en la bolsa, sacó el papel y rapidamente lo introdujo en su boca tragándoselo en el momento; esto ante el enojo del juez y el asombro de la audiencia. 

¿Pero qué has hecho? Preguntó el juez sumamente molesto… ¿Por qué te has comido el papel? Y ¿cómo se supone ahora que vamos a saber cual es el veredicto divino? El ciudadano con un tono sereno de voz respondió: es muy sencillo, simplemente saque el otro papel de la bolsa y al leerlo conocerán que decía el papel que me comí. Con esto no le quedó mas remedio al juez que dejarlo en libertad. 

InnovaciónSe dice que la innovación y la creatividad van de la mano y que la primera surge para solventar una necesidad mientras que la segunda es el método que utilizamos para crear dicha solución o innovación en este caso. 

Me gusta la leyenda anterior porque nos ilustra muy bien como el ser humano tiene la capacidad de innovación y creatividad suficientes conseguir soluciones aún cuando se actúa bajo presión pero… Que se requiere para desarrollar estas habilidades de forma proactiva sin tener que vernos ante un dilema tan crítico como el de nuestro amigo en la historia?

De forma muy personal he podido determinar que para que la innovación surja siempre es preciso contar con un motivante, una situación, acción, necesidad o META que despierte en nosotros el interés suficiente para enfocar nuestros pensamientos hacia la obtención de ese fin y con ello comenzar a generar ideas que se conviertan en posibles acciones que lleguen a convertirse en un plan.

No es cuestión de sentarse y decir “hoy voy a innovar”. No, si fuera así de fácil ya posiblemente viajaríamos por el tiempo y ya no existiría el hambre en el mundo. Se requiere de un PROPÓSITO, una meta que genere en mí la motivación de dedicarle tiempo, pensamiento y acción para lograrlo, sabiendo de antemano que aunque requiera de muchos intentos y el camino no sea fácil, al final como en el caso del ciudadano en la historia, el resultado se convierte en algo positivo para MI. 

Si notan, he decidido dejar en mayúscula algunas palabras que a mi criterio marcan la diferencia cuando hablamos de innovación: Meta, Propósito y “Mi” haciendo referencia a mi persona. 

No importa cual sea el área en el que necesitamos o queremos innovar, puede ser a nivel personal, social o por supuesto laboral como ya es requisito en estos días, lo importante es tener presente que para conseguir que esta innovación fluya, es preciso primero comprender por qué se tiene que hacer (Propósito), comprender de que manera está ligado a una meta (ya sea personal o laboral) y muy importante, identificar que hay para mí cuando esto se logre. 

Así que como dije antes, no se trata de activar el interruptor de la innovación para comenzar a generar ideas, hay tres componentes claves que necesitamos mantener en la ecuación para desarrollar nuestras habilidades de innnovación o para motivarlas en aquellos a quienes necesitamos pedirles que “innoven”. 

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